El BCE inyectará 400.000
millones de euros para reactivar el crédito
El Banco Central Europeo baja los tipos de interés al
mínimo histórico del 0,15% y se convierte en el primer gran supervisor del
mundo en castigar los depósitos de los bancos en Fráncfort
Dos disparos secos para empezar.
El Banco Central Europeo (BCE)acaba de rebajar los tipos de interés oficiales desde
el 0,25% al 0,15%—el mínimo en sus 15 años de existencia— y se ha
convertido en el primero de los grandes bancos centrales del mundo en imponer
una tasa negativa (del 0,10%) a los depósitos que la banca mantiene en
Fráncfort: el equivalente a un impuesto a los bancos que dejen el dinero en la
ventanilla en lugar de ponerlo a circular. Solo Dinamarca y Suecia habían hecho
en el pasado algo parecido.
Tras el anuncio de los tipos, el
presidente del BCE, Mario Draghi, ha comenzado su comparecencia para explicar
más medidas contra el riesgo de deflación en la zona euro. Habrá una gran
inyección de liquidez de 400.000 millones de euros destinados a créditos a la
economía real, y que no podrán usarse ni para hipotecas o préstamos al sector
público. Además, Draghi ha anunciado el final del drenaje de liquidez para
compensar las compras de bonos soberanos y preparativos para la compra de
activos. Los efectos no se han hecho esperar: el euro ha caído nada más
conocerse las medidas del BCE y las Bolsas celebran la noticia.
Todos los ojos estaban puestos en
el BCE porque se esperaba que Draghi apretara el gatillo en su comparecencia
ante la prensa con otras medidas de mayor calado más allá de los tipos,
destinadas a desatascar el crédito a medio plazo y, a corto, a debilitar el
euro. Así ha sido: habrá nueva barra libre de liquidez de 400.000 millones de
euros, con vínculos que obliguen a los bancos que beban de esa copa a prestar
el dinero a la economía real, sin que pueda ser usado para créditos
hipotecarios ni préstamos al sector público, según ha especificado el
presidente del BCE. Serán inyecciones de liquidez, a devolver en septiembre de
2018, y la banca podrá pedir hasta tres veces el dinero destinado a préstamos a
particulares y empresas. Los bancos tendrán derecho a solicitar, en un
principio, el equivalente al 7% de la cantidad total que conforme su cartera de
préstamos al sector privado (también excluyendo hipotecas) de la zona euro, tomando como referencia su balance a 30 de abril de
2014.
Para acceder a esos 400.000 millones, se llevarán a cabo
dos subastas para la banca en septiembre y diciembre de 2014. Además, desde
marzo 2015 y hasta junio 2016 habrá también subastas trimestrales en las que
las entidades podrán solicitar hasta tres veces la cantidad de su capacidad de
financiación del sector
privado. Los
intereses serán los de referencia en el BCE (variables
según las decisiones que tome el organismo) más un margen fijo de 10 puntos
básicos. Es decir, que ahora serían del 0,25%. 24 meses después de recibir el
crédito, los bancos podrán empezar a devolverlo. "habrá
varias disposiciones que tendrán como objetivo garantizar que los fondos den
apoyo a la economía real", ha advertido Draghi. Para empezar, las
entidades que no hayan cumplido determinados niveles de facilidad de crédito a
la economía real, serán obligadas a pagar los préstamos en septiembre de 2016.
También habrá otras medidas, como
el final del drenaje de liquidez para compensar las compras de bonos soberanos.
Hasta ahora, el BCE contrarrestaba la adquisición de estos títulos en el
mercado secundario, operación con la que inyectaba dinero, con la venta de otro
tipo de activos por el mismo valor. Ahora dejará de esterilizar la compra de
bonos públicos, lo que supone la inyección de unos 165.000 millones de euros en
la economía, y también un aumento en la misma proporción del balance del banco
central.
El BCE también ha iniciado los
preparativos para la compra de títulos respaldados por activos, las compras de
activos a gran escala (quantitative
easing, en la jerga anglosajona característica de los banqueros
centrales). Es una manera de intervenir directamente en el crédito, sorteando
la intermediación bancaria, que el banco central pretende focalizar en los
títulos de deuda del sector privado.
El banco central abandona así
ocho largos meses de inactividad en los que la inflación ha caído hasta la zona
de riesgo –con el IPC en el 0,5%, muy lejos del objetivo del 2%,
y riesgos de mayores caídas--, con una recuperación diabólicamente lenta –el
PIB de la eurozona creció el 0,2% en el primer trimestre--, con el paro en
máximos y, en fin, con escasas expectativas de salir de ese túnel mientras el
crédito caiga y siga asfixiando a miles de empresas viables.
Hay en el último lustro una
polución de sintagmas que contienen el adjetivo “histórico” vinculado a las
decisiones del BCE. Pero es cierto que los recortes de tipos de este jueves
(tanto el del precio oficial del dinero como el de la tasa de depósitos) son,
una vez más, “históricos”. Los tipos negativos adentran al BCE en aguas
desconocidas. Pero apenas tendrán efectos reales: son más un signo, un símbolo
de que el Eurobanco puede ir más lejos que una herramienta efectiva, con los
tipos de interés (la medida del miedo en una economía) muy cerca de la zona
cero desde hace ya mucho tiempo.
Hoy era un día clave para el
todopoderoso Mario Draghi, que junto a la canciller Angela Merkel se ha erigido
como el principal gestor de la crisis del euro y que debe satisfacer las
enormes expectativas en los mercados de divisas, de renta variable, deuda
pública y de casi todo lo demás. La caja de herramientas del BCE es conocida y
las medidas fundamentales están descontadas, por lo que buena parte de su
impacto depende del lenguaje utilizado por el jefe del BCE, un auténtico
maestro del teatrillo de las intervenciones de política monetaria verbales. Una
crisis que, a la vista de la enésima ronda de medidas excepcionales, inéditas,
extraordinarias e “históricas”, dista mucho de haberse acabado. A pesar del
optimismo profesional en Bruselas, en algunas capitales y, de vez en cuando, en
la mismísima Fráncfort.
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