La Reserva Federal repliega por tercera vez consecutiva los estímulos económicos
Modifica la guía que da al mercado respecto al paro para anticipar la subida de tipos de interés
SANDRO POZZI Nueva York 19 MAR 2014 - 19:52 CET
La Reserva Federal de Janet Yellen mira hacia delante y en este momento no ve un cambio apreciable en sus proyecciones. Por eso, en su primera reunión al frente del banco central de EE UU procede a ejecutar el tercer recorte en el masivo programa de compra de deuda. El estímulo se rebaja en 10.000 millones de dólares (7.200 millones de euros aproximadamente), lo que deja el montante que se inyecta a la economía reducido a 55.000 millones de dólares mensuales (39.500 millones de euros). A la vez, introduce un cambio de lenguaje respecto a la guía que da para el paro. Los tipos de interés seguirán al 0% tiempo después de que se extinga el mecanismo.
La magnitud del repliegue se mantiene, pero la intensidad es mayor si se recuerda que el primero se hizo en diciembre sobre un total de 85.000 millones de dólares. Pese a ello, la cantidad de deuda pública e hipotecaria que compra sigue siendo considerable y elevará más su balance, que supera los cuatro billones. Además, está por encima de los 45.000 millones con los que empezó la tercera ronda de rebaja cuantitativa en septiembre de 2012.
En concreto, seguirá engrosando la masa de activos que tiene en balance con la compra mensual de 25.000 millones en bonos hipotecarios y de 30.000 millones en deuda pública. En ambos casos supone un recorte de 5.000 millones respecto a lo que venía haciendo desde comienzos de febrero. Es posible que la intensidad se modere si la debilidad económica persiste. La idea es tener desmantelado el programa para final de año, si la inflación lo permite.
Era la primera reunión presidida por Janet Yellen, que tomó el relevo de Ben Bernanke el pasado 1 de febrero. Los datos más recientes están distorsionados por el mal tiempo. Aunque para la Fed es difícil discernir el impacto real de las nevadas en el consumo y la contratación, confía en que la debilidad que muestra la economía no se deba a los fundamentales. Tampoco preocupa el efecto del repliegue en los países emergentes y la incertidumbre geopolítica por Ucrania.
El dato de empleo de febrero despejó las dudas en Wall Street sobre lo que iba a hacer la Fed tras dos días de reunión, pese a que hace unas semanas se especuló con la posibilidad de una pausa. Pero Yellen debía ser también prudente en su estreno. Así que casi lo más importante, con el rumbo hacia la normalidad monetaria marcado, era el lenguaje del comunicado y como iba a justificar la estrategia en su primera rueda de prensa.
La economía, en su lectura, avanza mejor de lo que dicen los datos. Para este año anticipa una expansión del 2,9% y del 3,1% para 2015. Eso, en principio, significa una reducción del paro y un incremento gradual de la inflación. O al menos eso es lo que le gustaría ver. Yellen ya prometió continuidad, pero en realidad son las circunstancias las que dictan su política. Además, hay fuertes discrepancias sobre el estado real del mercado laboral. La solución al dilema es recortar el estímulo de forma gradual.
Las señales para los estímulos
Janet Yellen es también la arquitecta de la nueva política de comunicación de la Fed. Es un arma que se afina constantemente. La meción que hacía al 6,5% de paro desaparece de la nota como una indicación para la subida de tipos. Wall Street lo considera confuso y obsoleto como guía. La tasa de desempleo, de hecho, estaba solo dos décimas por encima. Eso da al banco central más margen para decidir cuando encarecer el precio del dinero, sin depender de un número. En su proyección, ve el paro en el 6,2% a final de 2014 y en el 5,75% en 2015.
La otra guía que da al mercado es la inflación. Ahora reconoce que si se mantiene mucho tiempo por debajo del 2% puede "representar un riesgo para el rendimiento de la economía". En la víspera se supo que los precios subieron una décima en febrero, lo que deja la tasa anual en el 1,1%. Excluyendo energía y alimentos, el avance fue idéntico y coloca la inflación subyacente en el 1,6%. Es decir, la Fed puede ajustar con calma el estímulo. En sus proyecciones la ve por debajo del 2% hasta 2016.
El reto de Yellen, que ya dijo que la tasa de paro no es todo al definir la estrategia, es hacer ver que el mercado no puede depender solo de la Fed. O al menos debe enviar la señal de que no va a tolerar burbujas. Hasta ahora dijo que no considera que el Wall Street esté recalentado. El alza de tipos de interés en EE UU no se espera, en todo caso, hasta como pronto el verano de 2015. Trece de sus 16 miembros cree que la política actual se justifica hasta entonces. "La nueva guía no debe interpretarse como un cambio en nuestras intenciones", concluyó.
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