Draghi ultima un paquete de medidas pese a la división en la cúpula del BCE
El Bundesbank alemán presiona para retrasar las grandes compras de activos
CLAUDI PÉREZ / ALEJANDRO BOLAÑOS Bruselas / Madrid 15 MAY 2014 - 00:00 CET13
"Cuéntemelo usted", respondía la semana pasada uno de los consejeros ejecutivos del Banco Central Europeo (BCE) en Bruselas a la pregunta de qué va a pasar en junio. El lío en el Eurobanco es sensacional. Su jefe, Mario Draghi, se ha comprometido a activar medidas en la próxima reunión, ante un panorama preocupante que combina pésimos datos de inflación desde el pasado noviembre, una recuperación frágil y un euro fuerte como una roca, en torno a los 1,40 dólares por unidad a pesar de las sucesivas salvas de intervenciones verbales de Fráncfort, que cada vez impresionan menos a los mercados. Pero en el BCE no hay consenso acerca de qué puede suceder exactamente. El Bundesbank (el banco central alemán) lleva días marcando la línea roja: no habrá compra de activos a la americana al menos hasta el otoño, tras los exámenes al sector bancario, y sólo si las cosas se tuercen. El resto del paquete de medidas está relativamente abierto, según las fuentes consultadas en Fráncfort y a juzgar por la retahíla de declaraciones de los consejeros del BCE en los últimos días, una cacofonía de voces que recuerda los peores tiempos de la crisis europea y que, a la postre, tiene al Eurobanco en medio de una preocupante parálisis.
El BCE trabaja en algún anuncio adicional para presentar un paquete más amplio que refuerce su credibilidad. Pero ahí las diversas fuentes consultadas difieren. Dentro de la caja de herramientas de la entidad, Draghi y los suyos sopesan varias medidas de liquidez, entre las que destaca la posibilidad de una barra libre de dinero a tres años y a tipos de interés fijos, vinculada a algún tipo de obligación para que la banca use esos fondos para prestar. Está también sobre la mesa la posibilidad de preanunciar las compras de activos titulizados —los denominados ABS, un mercado que se ha quedado muy reducido a raíz de la crisis— para dentro de medio año. El BCE ya trabaja en los detalles de esa propuesta, pero no han trascendido ni las cantidades ni los activos que finalmente se van a adquirir; ni siquiera está claro quién se hace cargo del riesgo (aunque lo más probable es que sean los bancos centrales nacionales).El BCE bajará los tipos de interés oficiales en junio hasta rozar el 0%, y situará los tipos de depósito en negativo, de manera que las entidades financieras tengan que pagar intereses por dejar el dinero inmóvil en la ventanilla de Fráncfort. Se trata de una medida con un efecto directo limitado —a juzgar por experiencias anteriores, en Suecia y Dinamarca—, pero que busca dar una señal inequívoca de que Draghi está dispuesto a todo, tras medio año de vagas promesas. Habrá alguna medida más como complemento, pero a partir de la bajada de tipos lo demás entra dentro del pantanoso terreno de las especulaciones.
Ese incremento del 0,7% es todavía inferior al 1% que, según Draghi, delimita la “zona de peligro”. Los analistas anticipan, además, que la cotización del petróleo volverá a presionar a la baja la inflación en los meses venideros. En España, el índice armonizado escapó del negativo (la tasa anual pasó del -0,1% de marzo al 0,4% en abril), impulsado también por las variaciones en el recibo eléctrico. En Francia (del 0,7% al 0,8%) y Alemania (del 0,9% al 1,1%), subidas fueron más contenidas.Todo ese debate corre en paralelo a las primeras estimaciones oficiales de cómo evolucionaron los precios en abril, unas estimaciones que subrayan el escenario de baja inflación que el propio BCE viene anticipando en sus previsiones. Los datos de España, Francia y Alemania, conocidos este miércoles, confirman que se registró un ligero repunte en los precios en tasa anual, tanto por el efecto de la Semana Santa en los servicios (en 2013 fue en marzo), como por la evolución de los productos energéticos. Son datos compatibles con el indicador adelantado que publicó Eurostat hace dos semanas, en el que predecía un avance de la inflación en la eurozona del 0,5% al 0,7%.
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