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Francia rechaza el tajo al presupuesto de la UE propuesto por Van Rompuy
La negociación para sortear el veto de Londres choca con las líneas rojas francesas: agricultura, políticas de crecimiento y fondos de cohesión
La compleja negociación de los presupuestos de la Unión Europea para
el periodo 2014-2020, que será el tema central del Consejo Europeo de la
semana que viene, reveló este jueves una profunda división entre los
países y las instituciones de la UE. Mientras Alemania y Herman van
Rompuy, el presidente del Consejo, intentaban limar asperezas
con el primer ministro británico David Cameron para acercarse a la
reducción del gasto reclamada por Londres e impedir así su anunciado
veto al paquete presupuestario, París hizo oír su voz y rechazó la
última propuesta del Consejo Europeo que quiere recortar la de la
Comisión en 80.737 millones y mete la tijera, básicamente, en las
políticas agrícolas.
Francia se colocó frontalmente en contra de la idea lanzada el miércoles por Van Rompuy. París considera que el tijeretazo propuesto por el líder del Ejecutivo comunitario tiene un sesgo negativo demasiado marcado en lo relativo a la agricultura, que supone un 40% de las cuentas comunitarias. El primer ministro, Jean-Marc Ayrault, afirmó: “Esa propuesta no constituye de ninguna forma una base de negociación aceptable para Francia en lo que se refiere al techo de gasto previsto para la Política Agrícola Común (PAC)”.
Una fuente del Ministerio de Economía galo explicó a este diario sus tres líneas rojas en este momento: “No reducir las ayudas a la PAC, no tocar los fondos de cohesión y no perjudicar las políticas de crecimiento”. La fuente recordó que Francia no es partidaria de un recorte del presupuesto, sino de “un pequeño aumento, aunque menor que el que propone la Comisión”.
Francia es uno de los tres países que más contribuyen al presupuesto de la UE, junto a Alemania y Gran Bretaña. Su presidente, François Hollande, ha pactado con Madrid mantener intactas las ayudas a la PAC, y parece dispuesto a luchar a fondo esa batalla. Además, Hollande necesita que la UE sea un verdadero motor del crecimiento para cuadrar las cuentas en casa (prevé crecer un 0,8% en 2013), y sigue siendo crítico con la política unívoca de austeridad.
Pero la propuesta del Consejo Europeo evidencia que la austeridad está ganando terreno a la idea de una Europa fuerte y con más recursos económicos. Tanto la Comisión Europea, que aspiran a elevar el presupuesto, como el Parlamento, esenciales en este proceso, mostraron este jueves un profundo rechazo a las intenciones de algunos socios —comandados por Londres y en menor medida Berlín—, lo que parece alejar la posibilidad de un pacto en la cumbre de la próxima semana.
La iniciativa del Consejo aplicaría un drástico recorte en los fondos
agrícolas respecto a la situación actual. Con el marco diseñado por la
Comisión, España apenas perdería recursos (un 0,2%), mientras que con el
del Consejo dispondría de un 5,1% menos, según cifras de la propia
Comisión. España percibe ahora 36.500 millones de la PAC.
“Soy muy escéptico sobre la posibilidad de un acuerdo la próxima semana”, explicó el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, en una reunión con un grupo de corresponsales comunitarios. También la Comisión atacó por el flanco agrícola: “El presupuesto agrícola corre el riesgo de perder la eficacia y la transparencia que caracterizan estas políticas”, aseguró el comisario de Agricultura, Dacian Ciolos, a un grupo de periodistas en Bruselas. Con su propuesta de reducir las ayudas y permitir que parte de los fondos para el desarrollo rural se utilicen para dar pagos directos a los agricultores, el Consejo pretende crear “una política agraria a la carta”, señalan fuentes de ese departamento.
Más allá de las cifras, uno de los principales temores tanto de Schulz como de la Comisión Europea es la posición de Reino Unido, que trae de su Parlamento nacional el mandato de reducir el presupuesto comunitario respecto de la situación actual. Londres reclama una congelación efectiva del gasto, que supondría un tajo de un billón de euros durante el próximo septenio. Y aduce que es necesario hacer la misma política de recortes en Bruselas que en casa, aunque se ha mostrado poco preciso sobre la cifra exacta que querría reducir. Alemania y Francia temen además que un posible veto británico complique el futuro de la UE y mine la confianza de los mercados, pero tampoco logran hallar una posición común.
Si los Veintisiete no alcanzaran un pacto sobre el paquete presupuestario a siete años, los socios acordarán entonces subidas anuales del 2% para congelar el gasto adaptándolo a la inflación, lo que irónicamente acabaría por costarle a Reino Unido más de lo que paga ahora. Además, la aprobación de las partidas anuales se hace por mayoría cualificada, lo que impediría un veto británico. Pero sin acuerdo a largo plazo, comentan fuentes francesas, la UE daría de nuevo una imagen de división y parálisis.
Francia se colocó frontalmente en contra de la idea lanzada el miércoles por Van Rompuy. París considera que el tijeretazo propuesto por el líder del Ejecutivo comunitario tiene un sesgo negativo demasiado marcado en lo relativo a la agricultura, que supone un 40% de las cuentas comunitarias. El primer ministro, Jean-Marc Ayrault, afirmó: “Esa propuesta no constituye de ninguna forma una base de negociación aceptable para Francia en lo que se refiere al techo de gasto previsto para la Política Agrícola Común (PAC)”.
Una fuente del Ministerio de Economía galo explicó a este diario sus tres líneas rojas en este momento: “No reducir las ayudas a la PAC, no tocar los fondos de cohesión y no perjudicar las políticas de crecimiento”. La fuente recordó que Francia no es partidaria de un recorte del presupuesto, sino de “un pequeño aumento, aunque menor que el que propone la Comisión”.
Francia es uno de los tres países que más contribuyen al presupuesto de la UE, junto a Alemania y Gran Bretaña. Su presidente, François Hollande, ha pactado con Madrid mantener intactas las ayudas a la PAC, y parece dispuesto a luchar a fondo esa batalla. Además, Hollande necesita que la UE sea un verdadero motor del crecimiento para cuadrar las cuentas en casa (prevé crecer un 0,8% en 2013), y sigue siendo crítico con la política unívoca de austeridad.
Pero la propuesta del Consejo Europeo evidencia que la austeridad está ganando terreno a la idea de una Europa fuerte y con más recursos económicos. Tanto la Comisión Europea, que aspiran a elevar el presupuesto, como el Parlamento, esenciales en este proceso, mostraron este jueves un profundo rechazo a las intenciones de algunos socios —comandados por Londres y en menor medida Berlín—, lo que parece alejar la posibilidad de un pacto en la cumbre de la próxima semana.
La propuesta del Consejo Europeo evidencia que
la austeridad gana terreno a la idea de una Europa fuerte y con más
recursos económicos
“Soy muy escéptico sobre la posibilidad de un acuerdo la próxima semana”, explicó el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, en una reunión con un grupo de corresponsales comunitarios. También la Comisión atacó por el flanco agrícola: “El presupuesto agrícola corre el riesgo de perder la eficacia y la transparencia que caracterizan estas políticas”, aseguró el comisario de Agricultura, Dacian Ciolos, a un grupo de periodistas en Bruselas. Con su propuesta de reducir las ayudas y permitir que parte de los fondos para el desarrollo rural se utilicen para dar pagos directos a los agricultores, el Consejo pretende crear “una política agraria a la carta”, señalan fuentes de ese departamento.
Más allá de las cifras, uno de los principales temores tanto de Schulz como de la Comisión Europea es la posición de Reino Unido, que trae de su Parlamento nacional el mandato de reducir el presupuesto comunitario respecto de la situación actual. Londres reclama una congelación efectiva del gasto, que supondría un tajo de un billón de euros durante el próximo septenio. Y aduce que es necesario hacer la misma política de recortes en Bruselas que en casa, aunque se ha mostrado poco preciso sobre la cifra exacta que querría reducir. Alemania y Francia temen además que un posible veto británico complique el futuro de la UE y mine la confianza de los mercados, pero tampoco logran hallar una posición común.
Si los Veintisiete no alcanzaran un pacto sobre el paquete presupuestario a siete años, los socios acordarán entonces subidas anuales del 2% para congelar el gasto adaptándolo a la inflación, lo que irónicamente acabaría por costarle a Reino Unido más de lo que paga ahora. Además, la aprobación de las partidas anuales se hace por mayoría cualificada, lo que impediría un veto británico. Pero sin acuerdo a largo plazo, comentan fuentes francesas, la UE daría de nuevo una imagen de división y parálisis.
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