La inflación en la zona euro marca el nivel más bajo en los últimos cuatro años
El índice armonizado pasa de subir un 1,1% en septiembre a un 0,7% en octubre
Los precios de los bienes y servicios que consumen las familias apenas suben ya en la zona euro. Según el índice armonizado que ha publicado este jueves Eurostat, la comparación anual arroja un incremento del 0,7% en octubre. No solo son cuatro décimas menos que el mes pasado, sino que también es el nivel de inflación más bajo desde finales de 2009, cuando la eurozona salía de un insólito periodo de descensos de precios, fruto de los efectos depresivos de la Gran Recesión.
En el enfriamiento de la inflación confluyen varios factores, desde la reciente apreciación del euro frente al dólar, que abarata las importaciones, al fin del impacto en el índice de precios de las subidas de impuestos que acometieron varios países en 2012: en España, los recargos fiscales empujaron la inflación por encima del 3%; cuando han dejado de pesar en la comparación anual, el índice armonizado español apenas refleja un incremento del 0,1%, mientras el IPC (los métodos de cálculo varían ligeramente) ya está en tasas negativas (-0,1%). Una evolución de los precios en sintonía con la enorme debilidad del consumo español. A escala europea, una inflación baja reabre la cuestión sobre la fortaleza de la recuperación recién iniciada, sobre la pujanza de la demanda interna en los Dieciocho.
Una pregunta que resonará la próxima semana en el Consejo de Gobierno de noviembre del Banco Central Europeo. Su presidente, Mario Draghi, ya reconoció tras la reunión con los gobernadores de los bancos centrales del euro, que "algunos miembros del Consejo indicaron que la recuperación aún está muy verde como para excluir la posibilidad de una bajada de tipos". El interés de referencia en la zona euro está ya en su nivel más bajo, un 0,5%, pero aún por encima del que establece la Reserva Federal para el dólar (poco más del 0%), uno de los factores que pesa en el tipo de cambio del euro.
El otro argumento para una intervención es el progresivo alejamiento de lo que el propio BCE considera una referencia para la estabilidad de precios, una inflación ligeramente inferior al 2%. Con el dato de octubre, el índice armonizado arroja una subida del 1,4% en lo que va de año, un nivel muy similar al que el supervisor proyecta para 2014. Draghi cree que la estabilidad de precios no está comprometida aún, y defiende que "ningún país europeo está en riesgo de entrar en deflación".Aunque ya ha abandonado la receta de la austeridad a ultranza, los dirigentes de la zona euro descartan los estímulos fiscales para reactivar la economía, sobre todo cuando la mayoría de los países deben lidiar aún con abultados déficits y un volumen de deuda pública creciente. Pese a que la tasa de paro europea sigue en máximos (12,2% en septiembre), Draghi ha mostrado sus dudas sobre el efecto de una nueva rebaja de tipos en relanzar la actividad, lo que ha llevado a los expertos a especular con una nueva inyección de liquidez a la banca antes de pasar el examen del supervisor del euro, que revisará la calidad de los activos de 130 grandes entidades en los próximos meses.
La deflación, una caída persistente y generalizada de los precios que acaba influyendo de forma negativa en el consumo y en la actividad empresarial, como ocurrió en la Gran Depresión de EE UU el siglo pasado, es un riesgo enorme para economías muy endeudadas y ya en crisis, como las europeas. "La caída de precios tiene que ser tan prolongada, tan generalizada, tan intensa, que afecte a las expectativas, no vemos signo de eso en ningún país de la zona euro", concluyó Draghi en julio, quien ofreció una explicación alternativa, coherente con los procesos de devaluación salarial en los que se han adentrado varios países para recuperar competitividad: "Podemos ver precios bajando en algunos países, pero eso es parte de un reequilibrio positivo dentro de la zona euro".
Aunque la última referencia de una inflación tan baja se produjo en 2009, la situación es muy distinta a la del año de la Gran Recesión. Entonces, cuando la comparación se hacía con un año que experimentó notables subidas en la cotización de las materias primas (2008), más de la mitad de los países de la zona euro registraron descensos de precios, algunos durante casi dos años, como Irlanda. El margen de reacción del BCE también era bien distinto: el tipo de interés aún era del 2,5% a principios de 2009, y acabó el año en el 1%. Ahora, los precios aún suben, aunque muy poco, y solo Grecia encadena varios meses en tasas negativas. El margen del BCE, con el tipo en el 0,5%, también es más corto.
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