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Draghi aplaza las medidas excepcionales y decepciona a los mercados financieros
Draghi retrasa la compra de deuda a que los Gobiernos se atrevan a pedir ayuda
El presidente del BCE admite que la situación en los mercados es "insostenible"
La falta de acciones inmediatas cambia el rumbo de la prima de riesgo, que sube a 580 puntos
Mantiene los tipos en el 0,75% y el interés por los depósitos de los bancos en el 0%
Luis Doncel /
Juan Gómez
Fráncfort
/
Berlín
2 AGO 2012 - 14:25 CET673
o
Las altísimas expectativas que Mario Draghi había generado la semana
pasada se han disuelto como un azucarillo. El presidente del Banco
Central Europeo (BCE) ha aplazado este jueves la compra de deuda y otras
medidas no convencionales hasta que los países del euro en apuros pidan
ayuda al fondo de rescate europeo. La evidencia de que no habrá
acciones inmediatas para atajar las presiones en los mercados contra
España o Italia, han decepcionado a los inversores.
La Bolsa de Madrid ha llegado a ceder más de un 5% y la prima de riesgo
española ha vuelto a superar los 580 puntos básicos con el bono a 10
años sobre el 7%.
Tras este movimiento, el Consejo de Gobierno del BCE pone toda la presión sobre los hombros de Mariano Rajoy, que deberá decidir si solicita —y sobre todo cuándo— este rescate encubierto para aliviar las tensiones financieras que amenazan con convertir en insoportable el peso de la deuda.
Pero Draghi ha avisado: cualquier petición de ayuda conllevará "condicionalidad estricta y efectiva". Es decir, menos margen de maniobra por parte del Gobierno, que quedará a los dictados de Berlín y Bruselas para asegurarse de que cumple los objetivos de déficit y de que continúa con las reformas estructurales.
A Draghi se le complica el panorama no solo si mira hacia los países que están a punto de arder en los mercados, sino también en su propia casa. El italiano ha reconocido que la votación de hoy ha contado con un voto discrepante, y caben pocas dudas sobre quién ha sido: Jens Weidmann, el presidente del Banco Central alemán y antiguo asesor económico de la canciller Angela Merkel.
Estas divergencias siembran dudas sobre la respuesta que dará el BCE en el momento en el que España solicite a la Facilidad Europea de Estabilidad Financiera (FEEF) la compra de su deuda. El presidente del BCE ha jugado hoy a la ambigüedad: se ha limitado a señalar que el Consejo de Gobierno podrá considerar -siempre usando el tiempo condicional- medidas de política monetaria no convencionales "en las próximas semanas". Se sobreentiende que entre estas medidas estaría el apoyo del BCE al FEEF en la compra de deuda.
Draghi tiró la piedra la semana pasada en Londres al asegurar: “El BCE hará todo lo necesario para sostener el euro. Y, créanme, eso será suficiente”. Pero hoy ha escondido la mano y ha dejado la pelota sobre el tejado de los Gobiernos. Son los Ejecutivos de los países con problemas los que "deben ir al fondo de rescate, el BCE no está para sustituir a los Gobiernos", ha dicho. A renglón seguido, el presidente del BCE se ha justificado en que, hasta la fecha, "ni un país ha pedido todavía" que el mecanismo de emergencia europeo use sus nuevas posibilidades y compre deuda de los socios en apuros.
"Aunque nosotros estemos listos para actuar, no habría base para hacerlo", ha insistido durante una intervención en la que ha lanzado varias referencias veladas hacia España, cuyo Ejecutivo se resiste a pedir la ayuda de los fondos por el temor a quedar estigmatizado ante los mercados y tener que asumir nuevos recortes.
Sobre el cuándo podría ponerse en marcha el BCE, Draghi ha sido explícito: "La respuesta es sencilla, cuando los Gobiernos cumplan con la condición de desplegar el fondo de rescate".
La hipótesis de la reactivación del programa de compra y su coordinación con los fondos europeos deja abiertas varias incógnitas. La principal es cómo va a enfrentarse Draghi a la oposición del Banco Central alemán (Bundesbank) y del Gobierno alemán. El Bundesbank se ha opuesto en diversas ocasiones a la reactivación del programa de compra de deuda en el BCE. Por su parte, el Ministerio alemán de Hacienda ha dado un tibio consentimiento a esta posibilidad, pero ha negado en varias ocasiones la necesidad de que los fondos de estabilidad compren deuda española.
En principio, la compra de deuda por parte de los fondos de estabilidad (se habla hoy del ESM, que aún no está en funcionamiento) requiere una petición formal del Gobierno beneficiario y la firma de un nuevo memorándum de entendimiento. Esto le obligaría a aplicar nuevos ajustes. Por su parte, el Gobierno alemán tendría que obtener el permiso de su Parlamento para aprobar más desembolsos.
Por otra parte, el BCE ha decidido mantener los tipos de interés en el mínimo histórico del 0,75% y la facilidad de depósito, que es el interés con el que remunera el dinero que los bancos dejan aparcado en sus arcas, en el 0%.
Tras este movimiento, el Consejo de Gobierno del BCE pone toda la presión sobre los hombros de Mariano Rajoy, que deberá decidir si solicita —y sobre todo cuándo— este rescate encubierto para aliviar las tensiones financieras que amenazan con convertir en insoportable el peso de la deuda.
Pero Draghi ha avisado: cualquier petición de ayuda conllevará "condicionalidad estricta y efectiva". Es decir, menos margen de maniobra por parte del Gobierno, que quedará a los dictados de Berlín y Bruselas para asegurarse de que cumple los objetivos de déficit y de que continúa con las reformas estructurales.
A Draghi se le complica el panorama no solo si mira hacia los países que están a punto de arder en los mercados, sino también en su propia casa. El italiano ha reconocido que la votación de hoy ha contado con un voto discrepante, y caben pocas dudas sobre quién ha sido: Jens Weidmann, el presidente del Banco Central alemán y antiguo asesor económico de la canciller Angela Merkel.
Estas divergencias siembran dudas sobre la respuesta que dará el BCE en el momento en el que España solicite a la Facilidad Europea de Estabilidad Financiera (FEEF) la compra de su deuda. El presidente del BCE ha jugado hoy a la ambigüedad: se ha limitado a señalar que el Consejo de Gobierno podrá considerar -siempre usando el tiempo condicional- medidas de política monetaria no convencionales "en las próximas semanas". Se sobreentiende que entre estas medidas estaría el apoyo del BCE al FEEF en la compra de deuda.
Draghi tiró la piedra la semana pasada en Londres al asegurar: “El BCE hará todo lo necesario para sostener el euro. Y, créanme, eso será suficiente”. Pero hoy ha escondido la mano y ha dejado la pelota sobre el tejado de los Gobiernos. Son los Ejecutivos de los países con problemas los que "deben ir al fondo de rescate, el BCE no está para sustituir a los Gobiernos", ha dicho. A renglón seguido, el presidente del BCE se ha justificado en que, hasta la fecha, "ni un país ha pedido todavía" que el mecanismo de emergencia europeo use sus nuevas posibilidades y compre deuda de los socios en apuros.
"Aunque nosotros estemos listos para actuar, no habría base para hacerlo", ha insistido durante una intervención en la que ha lanzado varias referencias veladas hacia España, cuyo Ejecutivo se resiste a pedir la ayuda de los fondos por el temor a quedar estigmatizado ante los mercados y tener que asumir nuevos recortes.
Sobre el cuándo podría ponerse en marcha el BCE, Draghi ha sido explícito: "La respuesta es sencilla, cuando los Gobiernos cumplan con la condición de desplegar el fondo de rescate".
La hipótesis de la reactivación del programa de compra y su coordinación con los fondos europeos deja abiertas varias incógnitas. La principal es cómo va a enfrentarse Draghi a la oposición del Banco Central alemán (Bundesbank) y del Gobierno alemán. El Bundesbank se ha opuesto en diversas ocasiones a la reactivación del programa de compra de deuda en el BCE. Por su parte, el Ministerio alemán de Hacienda ha dado un tibio consentimiento a esta posibilidad, pero ha negado en varias ocasiones la necesidad de que los fondos de estabilidad compren deuda española.
En principio, la compra de deuda por parte de los fondos de estabilidad (se habla hoy del ESM, que aún no está en funcionamiento) requiere una petición formal del Gobierno beneficiario y la firma de un nuevo memorándum de entendimiento. Esto le obligaría a aplicar nuevos ajustes. Por su parte, el Gobierno alemán tendría que obtener el permiso de su Parlamento para aprobar más desembolsos.
Por otra parte, el BCE ha decidido mantener los tipos de interés en el mínimo histórico del 0,75% y la facilidad de depósito, que es el interés con el que remunera el dinero que los bancos dejan aparcado en sus arcas, en el 0%.
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