La visión está sostenida en la generación de soluciones inteligentes.
España apenas pierde cuota exportadora desde el inicio del euro
El sector español, entre los que mejor resiste la irrupción de los emergentes
El BBVA destaca que las exportaciones crecen un 12% durante la crisis
El servicio de estudios relativiza el efecto de los precios altos en el comercio
Una crisis precipita la formulación de soluciones para salir del
atolladero. Si es tan intensa como esta, la catarata de medidas que se
proponen desde todo tipo de foros es incontenible. En el caso de la
economía española, hay un consenso casi absoluto en la necesidad de
tener más presencia en los mercados internacionales. “Hay un enorme
potencial para las exportaciones españolas”, insistió hoy Rafael
Doménech, de BBVA Research. Lo que también abunda es un diagnóstico
equívoco sobre el sector exportador. Porque, como resalta un análisis de
este servicio de estudios, España apenas perdió cuota exportadora desde
el inicio del euro, mientras que la inmensa mayoría de los países
industrializados sufrieron la irrupción de gigantes emergentes, como
China. Y, en esta evolución, el factor precio tiene mucho menos peso del
que se le asigna con frecuencia.
“El sector exterior presenta una diversificación productiva elevada, comercia con bienes de manufactura compleja, tiene una capacidad de arrastre notable sobre el resto de la economía, y exporta a una base de países muy amplia”, sintetizó Doménech, tras detallar los resultados del estudio, centrado aquí en las exportaciones de mercancías. Todo eso, según el economista jefe para economías avanzadas del BBVA, contribuyó a que las empresas exportadoras españolas apenas perdieran un 8,9% en la cuota del comercio mundial de bienes y servicios en 12 años, mientras que otras economías industrializadas se dejaron entre el 20% y el 40%.
Los debates sobre la competitividad externa de las economías suelen centrarse en precios y costes laborales. Aquí entra en juego lo que ha dado en llamarse la paradoja española. Porque, como no paran de reiterar los organismos internacionales, desde el inicio del euro hasta el estallido de la crisis, el diferencial de precios y costes de España respecto a otros países avanzados no dejó de aumentar. Y eso no fue óbice para que las empresas exportadoras retuvieran buena parte de su cuota en el comercio internacional.
“El precio es un factor, pero no el único”, indicó Doménech, quien enfatizó que si los precios de las exportaciones españolas se hubiesen comportado como el de las mercancías alemanas, España habría convertido la ligera pérdida de cuota comercial en ganancia. El economista del BBVA insistió en que el control de los costes laborales y los precios es sobre todo relevante para las importaciones. “Si las empresas que abastecen al mercado nacional son capaces de hacer lo mismo a un coste menor, se comprará menos a empresas de otros países que venden aquí”, afirmó.
Las exportaciones de bienes y servicios son la única fuente consistente de crecimiento de la economía española durante la crisis. De hecho, ha superado con holgura los niveles de 2008, con un avance cercano al 12% respecto al valor que generaban antes de la Gran Recesión. Y ya aporta un 33% del PIB español, frente al 29% que era habitual antes de la crisis.
Los expertos de BBVA insisten, eso sí, en que mejorar la competitividad internacional de las empresas españolas será determinante en la salida de la crisis. “Con una economía en ajuste y la demanda interna deprimida, no hay más alternativas”, indicó Doménech, quien destacó que, además, generar actividad mediante exportaciones facilita el achique de la deuda externa. Para ese objetivo, el servicio de estudios cree esencial “incentivar que las empresas españolas ganen tamaño”, una clave para generar empleo estable y productivo, para maximizar el uso de la innovación, atraer mano de obra cualificada y utilizar vías de financiación complejas, factores todos ellos que inciden en la competitividad.
Entre los incentivos para aumentar el tamaño de las empresas, los expertos del BBVA reclaman que se evite el efecto barrera en las bonificaciones (por ejemplo, que pasar de 49 a 50 trabajadores signifique perder ayudas públicas o ventajas fiscales), y que el Gobierno se esfuerce en rebajar de forma radical las cargas administrativas que soportan las compañías españolas.
“El sector exterior presenta una diversificación productiva elevada, comercia con bienes de manufactura compleja, tiene una capacidad de arrastre notable sobre el resto de la economía, y exporta a una base de países muy amplia”, sintetizó Doménech, tras detallar los resultados del estudio, centrado aquí en las exportaciones de mercancías. Todo eso, según el economista jefe para economías avanzadas del BBVA, contribuyó a que las empresas exportadoras españolas apenas perdieran un 8,9% en la cuota del comercio mundial de bienes y servicios en 12 años, mientras que otras economías industrializadas se dejaron entre el 20% y el 40%.
Los debates sobre la competitividad externa de las economías suelen centrarse en precios y costes laborales. Aquí entra en juego lo que ha dado en llamarse la paradoja española. Porque, como no paran de reiterar los organismos internacionales, desde el inicio del euro hasta el estallido de la crisis, el diferencial de precios y costes de España respecto a otros países avanzados no dejó de aumentar. Y eso no fue óbice para que las empresas exportadoras retuvieran buena parte de su cuota en el comercio internacional.
“El precio es un factor, pero no el único”, indicó Doménech, quien enfatizó que si los precios de las exportaciones españolas se hubiesen comportado como el de las mercancías alemanas, España habría convertido la ligera pérdida de cuota comercial en ganancia. El economista del BBVA insistió en que el control de los costes laborales y los precios es sobre todo relevante para las importaciones. “Si las empresas que abastecen al mercado nacional son capaces de hacer lo mismo a un coste menor, se comprará menos a empresas de otros países que venden aquí”, afirmó.
Las exportaciones de bienes y servicios son la única fuente consistente de crecimiento de la economía española durante la crisis. De hecho, ha superado con holgura los niveles de 2008, con un avance cercano al 12% respecto al valor que generaban antes de la Gran Recesión. Y ya aporta un 33% del PIB español, frente al 29% que era habitual antes de la crisis.
Los expertos de BBVA insisten, eso sí, en que mejorar la competitividad internacional de las empresas españolas será determinante en la salida de la crisis. “Con una economía en ajuste y la demanda interna deprimida, no hay más alternativas”, indicó Doménech, quien destacó que, además, generar actividad mediante exportaciones facilita el achique de la deuda externa. Para ese objetivo, el servicio de estudios cree esencial “incentivar que las empresas españolas ganen tamaño”, una clave para generar empleo estable y productivo, para maximizar el uso de la innovación, atraer mano de obra cualificada y utilizar vías de financiación complejas, factores todos ellos que inciden en la competitividad.
Entre los incentivos para aumentar el tamaño de las empresas, los expertos del BBVA reclaman que se evite el efecto barrera en las bonificaciones (por ejemplo, que pasar de 49 a 50 trabajadores signifique perder ayudas públicas o ventajas fiscales), y que el Gobierno se esfuerce en rebajar de forma radical las cargas administrativas que soportan las compañías españolas.
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire