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Francia reitera que no ratificará el tratado fiscal sin crecimiento
El ministro de Economía, Pierre Moscovici, afirma que Grecia debe seguir en el euro: “La Unión no puede deshacerse”
Intensa mañana de alternancia política en los ministerios de París.
Los momentos ejemplares del traspaso de poderes republicano se resumen
en un breve discurso de bienvenida del ministro saliente y un discurso
de agradecimiento del entrante. Todo muy sobrio, sin entrega simbólica
de carteras, y con más contenido político que en otros países. A Bercy,
la gigantesca sede de los ministerios económicos, fiscales y laborales,
llega Pierre Moscovici, que sustituye a François Baroin. El nuevo
ministro de Economía, Finanzas y Comercio Exterior, exmagistrado del
Tribunal de Cuentas y mano derecha de François Hollande,
reitera que “Francia no ratificará el tratado fiscal sin un paquete de
crecimiento” y añade que “Grecia debe seguir formando parte de la Unión
Monetaria”. Sobre la continuidad de Atenas en el euro,
Moscovici no deja espacio a ninguna duda: “La deseamos con todas
nuestras fuerzas porque Grecia es un miembro de la Unión Europea; la
zona euro debe permanecer unida y no puede deshacerse”.
La declaración es significativa porque es la primera que Moscovici hace al llegar al cargo, lo que indica la férrea voluntad de la nueva Administración, expresada ya por François Hollande en Berlín, de no abandonar a Grecia a su suerte y a la vez de meter presión a la canciller Angela Merkel para completar el pacto fiscal con medidas de estímulo y abrir la toma de decisiones a todos los socios europeos en la cumbre de finales de junio.
El ministro ha asegurado que Europa será su “objetivo prioritario”, con dos asuntos fundamentales: la reorientación de la construcción europea y la solución de la crisis griega. “No tenemos tiempo que perder y somos conscientes de que no podemos hacer nada solos. Trabajaremos juntos con todos nuestros socios, empezando por Alemania y las instituciones europeas”.
Moscovici promete, además, que será un gestor “serio y riguroso”, que combatirá “la deuda pública, un enemigo de Francia”, y que reducirá el déficit para asegurar la estabilidad del país. Y reitera que no habrá marcha atrás en la negociación del tratado presupuestario: “La canciller alemana se ha mostrado interesada en algunas vías avanzadas por Hollande para estimular el crecimiento, como la movilización de los fondos estructurales de la UE o el aumento de capital del Banco Europeo de Inversión”, asegura Moscovici.
La segunda noticia del día es que la ministra portavoz y de Derechos de las Mujeres, Najat Vallaud-Belkacem, renunciará a presentarse a las legislativas para no perder su cargo. El primer ministro, Jean-Marc Ayrault, advirtió la noche del miércoles de que los ministros que pierdan sus escaños en las legislativas del 10 y el 17 de junio no podrán seguir en el Gobierno, y Vallaud-Belkacem se iba a presentar por una circunscripción, en Lyon, donde tradicionalmente gana la derecha.
El traspaso de poderes más nostálgico se ha celebrado en el Quai D’Orsay, donde se han reunido dos viejos elefantes de la política francesa, los dos supervivientes de grandes escándalos rehabilitados gracias al paso del tiempo y a la memoria selectiva que Francia dedica a sus personajes más clásicos. Alain Juppé ha dado paso a Laurent Fabius deseándole “buena navegación en el mar de las tempestades”, y Fabius ha recordado sutilmente las “analogías” que han marcado sus respectivas carreras, bromeando con su parecido físico, frecuentemente explotado “por los caricaturistas”.
La declaración es significativa porque es la primera que Moscovici hace al llegar al cargo, lo que indica la férrea voluntad de la nueva Administración, expresada ya por François Hollande en Berlín, de no abandonar a Grecia a su suerte y a la vez de meter presión a la canciller Angela Merkel para completar el pacto fiscal con medidas de estímulo y abrir la toma de decisiones a todos los socios europeos en la cumbre de finales de junio.
El ministro ha asegurado que Europa será su “objetivo prioritario”, con dos asuntos fundamentales: la reorientación de la construcción europea y la solución de la crisis griega. “No tenemos tiempo que perder y somos conscientes de que no podemos hacer nada solos. Trabajaremos juntos con todos nuestros socios, empezando por Alemania y las instituciones europeas”.
Moscovici promete, además, que será un gestor “serio y riguroso”, que combatirá “la deuda pública, un enemigo de Francia”, y que reducirá el déficit para asegurar la estabilidad del país. Y reitera que no habrá marcha atrás en la negociación del tratado presupuestario: “La canciller alemana se ha mostrado interesada en algunas vías avanzadas por Hollande para estimular el crecimiento, como la movilización de los fondos estructurales de la UE o el aumento de capital del Banco Europeo de Inversión”, asegura Moscovici.
La segunda noticia del día es que la ministra portavoz y de Derechos de las Mujeres, Najat Vallaud-Belkacem, renunciará a presentarse a las legislativas para no perder su cargo. El primer ministro, Jean-Marc Ayrault, advirtió la noche del miércoles de que los ministros que pierdan sus escaños en las legislativas del 10 y el 17 de junio no podrán seguir en el Gobierno, y Vallaud-Belkacem se iba a presentar por una circunscripción, en Lyon, donde tradicionalmente gana la derecha.
El traspaso de poderes más nostálgico se ha celebrado en el Quai D’Orsay, donde se han reunido dos viejos elefantes de la política francesa, los dos supervivientes de grandes escándalos rehabilitados gracias al paso del tiempo y a la memoria selectiva que Francia dedica a sus personajes más clásicos. Alain Juppé ha dado paso a Laurent Fabius deseándole “buena navegación en el mar de las tempestades”, y Fabius ha recordado sutilmente las “analogías” que han marcado sus respectivas carreras, bromeando con su parecido físico, frecuentemente explotado “por los caricaturistas”.
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