La visión está sostenida en la generación de soluciones inteligentes.
Obama y Hollande forjan una alianza por el crecimiento fuerte en Europa
Impulsar el crecimiento económico europeo es una prioridad de la Administración norteamericana
Antonio Caño
Washington
18 MAY 2012 - 21:14 CET24
Barack Obama y François
Hollande, en su primer encuentro como presidentes, destacaron este
viernes la necesidad de abordar urgentemente la crisis económica europea
desde una perspectiva diferente, acompañando las medidas de ajuste
presupuestario con otras iniciativas para impulsar la actividad
económica y crear empleos. Los dos líderes manifestaron una
“convergencia” sobre esa estrategia, así como en la necesidad de que
Grecia continúe perteneciendo a la zona euro.
En una entrevista bilateral celebrada en la Casa Blanca pocas horas
antes de que ambos viajaran hasta la residencia de Camp David para
participar en la cumbre del G-8, Obama y Hollande dieron el primer paso
en lo que puede ser una larga amistad. Tienen ideologías hermanas, una
visión aproximada del mundo y, salvando la distancia histórica que puede
separar a un presidente norteamericano de un líder de la izquierda
francesa, confesaron compartir recetas para los problemas más acuciantes
de Europa.
“El crecimiento debe de ser una prioridad, al tiempo que
ponemos en marcha medidas fiscales para mejorar nuestras finanzas. Sobre
esto, el presidente Obama ha señalado una convergencia”, declaró
Hollande al final de la reunión. “La consolidación fiscal debe de ir
acompañada con un fuerte programa de crecimiento”, certificó Obama.
El presidente estadounidense destacó que la solución de la
crisis europea es de “una extraordinaria importancia”, no solo para los
europeos, sino para la estabilidad de toda la economía mundial. Si Obama
pudo ayer reunirse con Hollande es porque éste ha derrotado
recientemente en las urnas a Nicolas Sarkozy, que corrió la misma suerte
que casi todos los líderes europeos que se han sometido a las
elecciones en los últimos tres años. Obama no está seguro de que esa ola
no se lo lleve también a él por delante en noviembre si antes no
consigue mejorar los resultados de su gestión económica, lo que a su vez
parece imposible si Europa, el principal socio comercial de EE UU,
sigue hundida en la recesión.
Impulsar el crecimiento económico europeo es, pues, en
estos momentos una prioridad de la Administración norteamericana.
“Hacemos frente a desafíos urgentes: crear puestos de trabajo, resolver
la situación en la eurozona, sostener la recuperación económica
mundial”, señaló Obama como objetivos de la conferencia del G-8.
Hollande puede ser un aliado en esa tarea. Y Obama, a su
vez, puede ser el mejor socio posible del presidente francés de cara a
una difícil negociación con la canciller alemana, Angela Merkel. Por
supuesto, Obama no quiere entrometerse en ese duelo. Preguntado al
respecto, el consejero nacional de Seguridad, Tom Donilon, dijo el
jueves que el propósito del presidente estadounidense “no es explotar
las diferencias” entre Hollande y Merkel. Pero sí es aprovechar la
presencia de Hollande para respaldar una política que antes no
encontraba buena audiencia en Europa. “La naturaleza de las
conversaciones”, declaró Donilon sobre la reunión del G-8, “será la
búsqueda de un objetivo coherente y común sobre el tratamiento de la
crisis en Europa y la creación de un camino hacia una recuperación
sostenible”.
El primer gran obstáculo en ese camino se llama Grecia. Mientras los
líderes de las mayores economías del mundo se reúnen en Camp David, la
residencia presidencial a 100 kilómetros de Washington, los griegos
sacan el dinero de los bancos ante el peligro inminente de que su país
se declare en suspensión de pagos y vuelva a imprimir su moneda. Evitar
ese desastre, que podría arrastrar una serie de nuevas calamidades
económicas en el continente, ha sido señalado como una prioridad por los
gobernantes de Francia y EE UU. “Tenemos la misma convicción de que
Grecia debe continuar en la zona euro, y todos tenemos que hacer todo lo
posible para conseguirlo”, declaró Hollande.
El viernes por la noche, Obama y Hollande se encontrarán
con el otro poder decisivo en este asunto: Merkel. La canciller alemana
llega a esta cita algo debilitada por recientes traspiés electorales y,
aparentemente, más predispuesta que en citas anteriores a escuchar
nuevas fórmulas para Europa.
Aunque aliados en Camp David, Obama y Hollande pueden ser
rivales 24 horas más tarde en Chicago. El sábado, la mayor parte de los
líderes del G-8 se trasladarán a la ciudad de adopción de Obama para
participar en la cumbre de la OTAN, donde el tema central será el de la
búsqueda de un respaldo para la estrategia de EE UU en Afganistán.
Hollande llega a esa reunión precedido de su promesa
electoral de retirar las tropas francesas de Afganistán a final de este
año. En su entrevista con Obama ratificó esa posición, pero dejó la
puerta abierta a colaborar en Afganistán con otros medios. “Siempre
habrá un apoyo de alguna otra forma, nuestro respaldo será con un
formato diferente”, declaró el presidente francés. El año próximo, la
misión de la OTAN en ese país pasa a ser simplemente de apoyo a las
fuerzas afganas, lo que podría permitir la presencia francesa con
instructores o personal civil.
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