La visión está sostenida en la generación de soluciones inteligentes.
Los nuevos recortes incendian Grecia
El Gobierno del conservador Samarás se enfrenta a su primera huelga general mientras prepara un ajuste de 11.500 millones y una subida de los impuestos
Luis Doncel
Bruselas
26 SEP 2012 - 20:45 CET
Una huelga general que ha paralizado el país
y ha dejado un centenar largo de detenidos y varios heridos. Nuevos
recortes que amenazan con ahondar la recesión que dura ya cinco años.
Disensiones entre los que han prestado dinero al Estado… Cunde la
sensación de que Grecia afronta una de sus últimas oportunidades si
quiere escapar de los augurios más negros, que le sitúan fuera del euro y
en una situación muchísimo peor de la que ya vive. “Si la economía no
mejora corto plazo, el apoyo al Gobierno se evaporará rápido y el país
puede caer en el caos político. En este caso, veo muy difícil que los
acreedores europeos estén dispuestos a seguir con el programa de
ayudas”, resume Zsolt Darvas, analista del centro de estudios belga
Bruegel.
“Fuera la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional”, gritaban este miércoles las decenas de miles de personas que se manifestaban en Atenas, en la primera huelga contra el Gobierno del conservador Andonis Samarás, que llegó al poder hace tan solo tres meses. En una protesta convocada por los mayores sindicatos del país, la policía usó gases lacrimógenos contra unos manifestantes que lanzaban piedras y artefactos incendiarios en el centro de la capital mientras llamaban a los agentes “traidores” o “cerdos de Merkel”. Pero los problemas del primer ministro no acaban en las calles. También abundan en los enmoquetados pasillos de los centros de poder.
Samarás y su ministro de Finanzas, Yannis Sturnaras, cerraron el enésimo plan de ahorro con el que tratarán de satisfacer las exigencias de Europa y del Fondo Monetario Internacional (FMI). “Alcanzaron un acuerdo por la noche”, señaló una fuente gubernamental a la agencia Efe, que explicó que el pacto aún no es oficial. El plan consiste, según esta fuente anónima, en recortes presupuestarios por valor de 11.500 millones de euros y en aumentos de impuestos con los que pretenden recaudar 2.000 millones más.
El Gobierno prevé presentar el acuerdo el viernes para que los ministros de Finanzas de la zona euro den su visto bueno en la reunión que tendrán el próximo 8 de octubre en Luxemburgo. Las tensiones entre los dos bandos negociadores han llegado a tal punto que los inspectores europeos, que querían más recortes en salarios y pensiones, abandonaron Atenas ante la negativa que les dio el ministro a sus exigencias. Fuentes europeas apuntan que regresarán a Grecia a finales de esta semana o la próxima.
Pero está por ver que este acuerdo vea la luz. Por una parte, Samarás tendrá que convencer a sus compañeros de coalición, los socialistas del Pasok y el partido de izquierda moderada Dimar. Aun en el caso de que el primer ministro venza este obstáculo, le quedará aún arrancar el visto bueno a la troika. La Comisión Europea, el FMI y el Banco Central Europeo esperaban unos recortes superiores (de 15.000 millones) para desbloquear el pago de los 40.7000 millones que el país necesita urgentemente si no quiere caer en bancarrota.
Por si fueran pocas las dificultades, aún quedan más. Porque en el bando de los acreedores también crecen las tensiones. El FMI, según señala la agencia Reuters, pretende que los países de la eurozona y el BCE asuman pérdidas en los préstamos que hicieron a Grecia para rebajar la deuda helena, algo que muchos expertos consideran imprescindible para que su economía salga del agujero.
Pero la receta de Washington no convence ni en Bruselas ni en Fráncfort. Los europeos prefieren dar más tiempo a Atenas para cumplir su objetivo de déficit, una flexibilidad que ya han aplicado a los casos de España y Portugal. Pero los europeos no quieren ni oír hablar de una quita como la que se impuso al sector privado cuando diseñaron el segundo rescate a Grecia. Bruselas y Berlín se niegan a esta posibilidad por lo menos hasta el próximo año, cuando se celebren las elecciones legislativas en Alemania. “Si queremos evitar que Grecia salga del euro de forma inminente no bastará con concederle más tiempo. Habrá que reducir el peso de su deuda, ya sea con quitas o con aplazamientos en el pago. Y es imprescindible también un ambicioso plan de inversión para que despegue la economía”, señala Darvas, el analista de Bruegel.
Samarás, que ganó las elecciones con la promesa de relajar las condiciones impuestas por los prestamistas europeos, ha sufrido un rápido desgaste tras su llegada al poder. Las sucesivas oleadas de recortes, que ahora amenazan con ir a más, no han cumplido su objetivo de sanear las cuentas públicas ni de enderezar la economía de un país que ya tiene a un 55% de sus jóvenes en paro. “Los españoles salieron ayer a la calle. Hoy lo hacemos nosotros; mañana serán los italianos y al día siguiente, todos los ciudadanos de Europa”, arengaba ayer a los manifestantes un sindicalista desde las calles de Atenas.
“Fuera la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional”, gritaban este miércoles las decenas de miles de personas que se manifestaban en Atenas, en la primera huelga contra el Gobierno del conservador Andonis Samarás, que llegó al poder hace tan solo tres meses. En una protesta convocada por los mayores sindicatos del país, la policía usó gases lacrimógenos contra unos manifestantes que lanzaban piedras y artefactos incendiarios en el centro de la capital mientras llamaban a los agentes “traidores” o “cerdos de Merkel”. Pero los problemas del primer ministro no acaban en las calles. También abundan en los enmoquetados pasillos de los centros de poder.
Samarás y su ministro de Finanzas, Yannis Sturnaras, cerraron el enésimo plan de ahorro con el que tratarán de satisfacer las exigencias de Europa y del Fondo Monetario Internacional (FMI). “Alcanzaron un acuerdo por la noche”, señaló una fuente gubernamental a la agencia Efe, que explicó que el pacto aún no es oficial. El plan consiste, según esta fuente anónima, en recortes presupuestarios por valor de 11.500 millones de euros y en aumentos de impuestos con los que pretenden recaudar 2.000 millones más.
El Gobierno prevé presentar el acuerdo el viernes para que los ministros de Finanzas de la zona euro den su visto bueno en la reunión que tendrán el próximo 8 de octubre en Luxemburgo. Las tensiones entre los dos bandos negociadores han llegado a tal punto que los inspectores europeos, que querían más recortes en salarios y pensiones, abandonaron Atenas ante la negativa que les dio el ministro a sus exigencias. Fuentes europeas apuntan que regresarán a Grecia a finales de esta semana o la próxima.
Pero está por ver que este acuerdo vea la luz. Por una parte, Samarás tendrá que convencer a sus compañeros de coalición, los socialistas del Pasok y el partido de izquierda moderada Dimar. Aun en el caso de que el primer ministro venza este obstáculo, le quedará aún arrancar el visto bueno a la troika. La Comisión Europea, el FMI y el Banco Central Europeo esperaban unos recortes superiores (de 15.000 millones) para desbloquear el pago de los 40.7000 millones que el país necesita urgentemente si no quiere caer en bancarrota.
Por si fueran pocas las dificultades, aún quedan más. Porque en el bando de los acreedores también crecen las tensiones. El FMI, según señala la agencia Reuters, pretende que los países de la eurozona y el BCE asuman pérdidas en los préstamos que hicieron a Grecia para rebajar la deuda helena, algo que muchos expertos consideran imprescindible para que su economía salga del agujero.
Pero la receta de Washington no convence ni en Bruselas ni en Fráncfort. Los europeos prefieren dar más tiempo a Atenas para cumplir su objetivo de déficit, una flexibilidad que ya han aplicado a los casos de España y Portugal. Pero los europeos no quieren ni oír hablar de una quita como la que se impuso al sector privado cuando diseñaron el segundo rescate a Grecia. Bruselas y Berlín se niegan a esta posibilidad por lo menos hasta el próximo año, cuando se celebren las elecciones legislativas en Alemania. “Si queremos evitar que Grecia salga del euro de forma inminente no bastará con concederle más tiempo. Habrá que reducir el peso de su deuda, ya sea con quitas o con aplazamientos en el pago. Y es imprescindible también un ambicioso plan de inversión para que despegue la economía”, señala Darvas, el analista de Bruegel.
Samarás, que ganó las elecciones con la promesa de relajar las condiciones impuestas por los prestamistas europeos, ha sufrido un rápido desgaste tras su llegada al poder. Las sucesivas oleadas de recortes, que ahora amenazan con ir a más, no han cumplido su objetivo de sanear las cuentas públicas ni de enderezar la economía de un país que ya tiene a un 55% de sus jóvenes en paro. “Los españoles salieron ayer a la calle. Hoy lo hacemos nosotros; mañana serán los italianos y al día siguiente, todos los ciudadanos de Europa”, arengaba ayer a los manifestantes un sindicalista desde las calles de Atenas.
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire