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La ola antijaponesa fuerza a las grandes empresas a echar el cierre en China
La tensión entre ambos países alcanza uno de sus momentos más altos en décadas
Las protestas en China por las disputas territoriales fuerzan el cierre de varias fábricas japonesas
El enconamiento de la disputa histórica que mantienen Japón y China
por un grupo de islas en el mar de China oriental ha alcanzado uno de
los momentos más tensos de las últimas décadas.
Fábricas de multinacionales, tiendas de ropa y supermercados japoneses
instalados en la segunda economía del mundo se han visto obligados a
cesar temporalmente la actividad esta semana debido a los ataques
sufridos y en previsión de posibles incidentes.
El fabricante de aparatos electrónicos Panasonic ha asegurado que una de sus plantas ha sido saboteada por trabajadores chinos y permanecerá cerrada hasta este martes, aniversario del inicio de la ocupación en 1931 de partes de China por las fuerzas japonesas. Canon, del mismo sector, paralizará la producción en tres de sus cuatro fábricas chinas lunes y martes, preocupada por la seguridad de sus empleados, según informaciones de la prensa japonesa, mientras que Honda detendrá la fabricación dos días. También pararán Mazda y Nissan. La marca Uniqlo ha cerrado algunas de sus tiendas de ropa y lo mismo hará el martes el grupo Seven & I con 13 de sus supermercados Ito Yokado y 198 de sus locales 7-Eleven. La aerolínea All Nippon Airways ha afirmado que se ha producido un aumento de la cancelación de vuelos desde China hacia Japón.
Una ola de protestas antijaponesas se ha extendido por varias ciudades chinas en la última semana, a causa de la disputa que mantienen ambos países por un grupo de islas deshabitadas conocidas en japonés como Senkaku y en chino como Diaoyu, y que están controladas por Japón. Las manifestaciones, registradas principalmente frente a las representaciones diplomáticas japonesas, han derivado en algunos casos en ataques violentos sobre conocidas compañías como las automovilísticas Toyota y Honda. Pero también han afectado a negocios y restaurantes japoneses, que, en algunos casos, son propiedad de ciudadanos chinos.
En Shanghai, donde existe una comunidad extranjera de unos 56.000 japoneses, un grupo de manifestantes expulsó el domingo a unos clientes japoneses de un restaurante que se encuentra cerca del consulado del Gobierno de Tokio. En Guangzhou (capital de la provincia de Guangdong), la policía afirma que ha detenido a 11 personas por destrozar un coche de marca japonesa, escaparates y carteles de publicidad. Concesionarios de Toyota y Honda han sido incendiados en Qingdao, ciudad de la provincia costera de Shandong. Algunos chinos propietarios de automóviles japoneses contaban el sábado en Pekín que habían decidido no utilizar el vehículo para evitar posibles problemas.
Los disturbios estallaron en numerosas ciudades el fin de semana, en respuesta a la decisión de Tokio, la semana pasada, de comprar tres de las islas en disputa a su propietario privado japonés, nacionalizándolas de hecho. La medida provocó la ira del Gobierno chino, que, en respuesta, envió a la zona seis buques de vigilancia. Se cree que las aguas que rodean el archipiélago contienen importantes reservas de gas.
El enfrentamiento ha provocado uno de los peores brotes de sentimiento antijaponés en décadas, y amenaza con dañar seriamente las importantes relaciones económicas entre los dos vecinos. China es el mayor socio comercial de Japón, mientras que Japón es el tercero de China. Los intercambios bilaterales ascendieron a 342.900 millones de dólares (267.000 millones de euros) el año pasado, según cifras chinas.
El Gobierno chino ataja normalmente con decisión cualquier conato de movilización social, especialmente en la capital, pero en esta ocasión está dejando a los manifestantes cierta libertad de movimiento. “Las consecuencias muy destructivas de la compra ilegal de las islas Diaoyu están emergiendo de forma continua, y el único responsable de esto es Japón”, aseguró este lunes Hong Lei, portavoz de Exteriores.
El primer ministro de Japón, Yoshihiko Noda, que se reunió el lunes en Tokio con el secretario de Defensa estadounidense, Leon Panetta, ha instado a Pekín a que garantice la seguridad de sus nacionales, informa Reuters. Panetta, por su parte, afirmó que Washington mantiene las obligaciones recogidas en los tratados de seguridad con Japón -que incluyen las islas en disputa-, pero añadió que Estados Unidos no tomará partido en el enfrentamiento y espera que China y Japón “mantengan buenas relaciones y encuentren una forma de evitar que se produzca una mayor escalada” del conflicto.
El Gobierno de Pekín ha advertido sobre las potenciales consecuencias de un empeoramiento del conflicto. El Diario del Pueblo –órgano oficial del Partido Comunista Chino- aseguró este lunes en su edición internacional que la economía japonesa podría sufrir durante 10 o 20 años si China decide imponer sanciones. “Cómo puede ser que Japón quiera otra década perdida y esté incluso dispuesta a ir dos décadas atrás”, señala un editorial. China “siempre ha sido muy cauta sobre la posibilidad de jugar la carta económica. Pero si las luchas sobre la integridad territorial continúan, si Japón sigue con sus provocaciones, entonces China presentará batalla”. Las sanciones serían, sin embargo, un arma de doble filo, ya que tendrían también consecuencias sobre la economía china, dada la interdependencia de los dos países.
Tokio ha advertido a sus residentes en China sobre la posibilidad de que se produzcan grandes manifestaciones este martes. La embajada ha aconsejado a sus nacionales que no salgan a la calle solos y no hablen en alto en japonés. Muchos colegios japoneses por todo el país, incluidos Pekín y Shanghai, han cancelado clases esta semana.
El fabricante de aparatos electrónicos Panasonic ha asegurado que una de sus plantas ha sido saboteada por trabajadores chinos y permanecerá cerrada hasta este martes, aniversario del inicio de la ocupación en 1931 de partes de China por las fuerzas japonesas. Canon, del mismo sector, paralizará la producción en tres de sus cuatro fábricas chinas lunes y martes, preocupada por la seguridad de sus empleados, según informaciones de la prensa japonesa, mientras que Honda detendrá la fabricación dos días. También pararán Mazda y Nissan. La marca Uniqlo ha cerrado algunas de sus tiendas de ropa y lo mismo hará el martes el grupo Seven & I con 13 de sus supermercados Ito Yokado y 198 de sus locales 7-Eleven. La aerolínea All Nippon Airways ha afirmado que se ha producido un aumento de la cancelación de vuelos desde China hacia Japón.
Una ola de protestas antijaponesas se ha extendido por varias ciudades chinas en la última semana, a causa de la disputa que mantienen ambos países por un grupo de islas deshabitadas conocidas en japonés como Senkaku y en chino como Diaoyu, y que están controladas por Japón. Las manifestaciones, registradas principalmente frente a las representaciones diplomáticas japonesas, han derivado en algunos casos en ataques violentos sobre conocidas compañías como las automovilísticas Toyota y Honda. Pero también han afectado a negocios y restaurantes japoneses, que, en algunos casos, son propiedad de ciudadanos chinos.
En Shanghai, donde existe una comunidad extranjera de unos 56.000 japoneses, un grupo de manifestantes expulsó el domingo a unos clientes japoneses de un restaurante que se encuentra cerca del consulado del Gobierno de Tokio. En Guangzhou (capital de la provincia de Guangdong), la policía afirma que ha detenido a 11 personas por destrozar un coche de marca japonesa, escaparates y carteles de publicidad. Concesionarios de Toyota y Honda han sido incendiados en Qingdao, ciudad de la provincia costera de Shandong. Algunos chinos propietarios de automóviles japoneses contaban el sábado en Pekín que habían decidido no utilizar el vehículo para evitar posibles problemas.
Los disturbios estallaron en numerosas ciudades el fin de semana, en respuesta a la decisión de Tokio, la semana pasada, de comprar tres de las islas en disputa a su propietario privado japonés, nacionalizándolas de hecho. La medida provocó la ira del Gobierno chino, que, en respuesta, envió a la zona seis buques de vigilancia. Se cree que las aguas que rodean el archipiélago contienen importantes reservas de gas.
El enfrentamiento ha provocado uno de los peores brotes de sentimiento antijaponés en décadas, y amenaza con dañar seriamente las importantes relaciones económicas entre los dos vecinos. China es el mayor socio comercial de Japón, mientras que Japón es el tercero de China. Los intercambios bilaterales ascendieron a 342.900 millones de dólares (267.000 millones de euros) el año pasado, según cifras chinas.
El Gobierno chino ataja normalmente con decisión cualquier conato de movilización social, especialmente en la capital, pero en esta ocasión está dejando a los manifestantes cierta libertad de movimiento. “Las consecuencias muy destructivas de la compra ilegal de las islas Diaoyu están emergiendo de forma continua, y el único responsable de esto es Japón”, aseguró este lunes Hong Lei, portavoz de Exteriores.
El primer ministro de Japón, Yoshihiko Noda, que se reunió el lunes en Tokio con el secretario de Defensa estadounidense, Leon Panetta, ha instado a Pekín a que garantice la seguridad de sus nacionales, informa Reuters. Panetta, por su parte, afirmó que Washington mantiene las obligaciones recogidas en los tratados de seguridad con Japón -que incluyen las islas en disputa-, pero añadió que Estados Unidos no tomará partido en el enfrentamiento y espera que China y Japón “mantengan buenas relaciones y encuentren una forma de evitar que se produzca una mayor escalada” del conflicto.
El Gobierno de Pekín ha advertido sobre las potenciales consecuencias de un empeoramiento del conflicto. El Diario del Pueblo –órgano oficial del Partido Comunista Chino- aseguró este lunes en su edición internacional que la economía japonesa podría sufrir durante 10 o 20 años si China decide imponer sanciones. “Cómo puede ser que Japón quiera otra década perdida y esté incluso dispuesta a ir dos décadas atrás”, señala un editorial. China “siempre ha sido muy cauta sobre la posibilidad de jugar la carta económica. Pero si las luchas sobre la integridad territorial continúan, si Japón sigue con sus provocaciones, entonces China presentará batalla”. Las sanciones serían, sin embargo, un arma de doble filo, ya que tendrían también consecuencias sobre la economía china, dada la interdependencia de los dos países.
Tokio ha advertido a sus residentes en China sobre la posibilidad de que se produzcan grandes manifestaciones este martes. La embajada ha aconsejado a sus nacionales que no salgan a la calle solos y no hablen en alto en japonés. Muchos colegios japoneses por todo el país, incluidos Pekín y Shanghai, han cancelado clases esta semana.
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